Poco se escribe de esta faena del mar que tanto sirvió a la economía de Margarita, y en la que arriesgados hombres con sus cabezas metálicas trabajaban hasta una profundidad de 14 brazas (25 metros), límite a partir del cual ya sufrían hemorragias y desmayos. Uno de estos valientes hombres fue Marcelino Alfonzo Buzo de Escafandra, además de poeta y capitán.
El 11 de marzo de 1891, nace en Porlamar, MARCELINO ALFONZO, poeta, capitán de barco y uno de los más destacados buzos de escafandra, con cuya instrumentación y vestimenta bajó incontables veces al fondo del mar para extraer las conchas perleras. Los buzos se sumergían en las primeras horas de la mañana, y dependiendo de la cantidad de conchas que extrajeran o del cansancio, trabajaban hasta mediodía o hasta bien avanzada la tarde; era frecuente que permanecieran sumergidos hasta 4 ó 5 horas seguidas sin subir a descansar.
Una vez sumergido el buzo contaba con un “cabo de vida” que, como su nombre lo indica, era el responsable de mantener la comunicación con el exterior a través de un mecate o guía uno de cuyos extremos sostenía el buzo y el otro lo controlaba desde bote el cabo de vida. Cuando el buzo se sumergía, dos golpes con el mecate indicaban que había llegado bien al fondo. Un golpe y un tirón indicaban deseo o necesidad de subir. Si necesitaba la puya para matar algún pescado daba cinco golpes de mecate y un tirón; seis golpes para que le bajaran el arpón. La jaba (red en forma de bolsa donde se metían las conchas) se pedía con un golpe y un tirón del cabo.
Si alguien preguntaba por él le daban tres golpes por si quería subir, en el caso de ser así se le contestaba con uno, pero si no quería respondía dando dos golpes. La mayoría de los buzos de escafandras procedían de la localidad del poblado, y trabajaban hasta una profundidad de 14 brazas, límite a partir del cual ya sufrían hemorragias y desmayos.
Varios murieron a edades relativamente tempranas. MARCELINO ALFONZO, deja de existir en su ciudad natal, el 13 de agosto de 1965, a la edad de 74 años.
Fuente: Alexis Marín Cheng y sus Pueblos de Margarita- Marzo 2020.
muy buena historia, hombres que deben honrarse su memoria.
Muy interesante el relato!