Sin duda alguna cuando hablamos de estrés cada uno de nosotros nos vemos reflejados en esta palabra, ya que representa una condición natural que nuestro organismo enfrenta ante algún estimulo que requiere que estemos alerta. En efecto es una respuesta adaptativa necesaria para la supervivencia.
En condiciones normales es un estado de tensión física y emocional que se instaura ante una situación bien sea positiva o negativa que debemos afrontar y que nos sirve como mecanismo de defensa. El problema surge cuando esta sobrecarga de tensión permanece activa por mucho tiempo en nuestro organismo y se presenta de manera frecuente.
Una forma de estrés la vivimos a diario cada vez que debemos tomar alguna decisión o cuando es inevitable exponerse ante una situación de cambio, ya que esto genera inestabilidad, incertidumbre y expectativas que no siempre se logran cumplir.
La percepción de este estado también dependerá de la perspectiva que tenga cada quien, porque cada situación que acontece en nuestras vidas puede ser vista como una oportunidad o como una amenaza.
Lo cierto de todo es que nadie nos enseña a gestionar esta sensación, no existe una regla de cuando debemos advertirlo y por qué razón, simplemente es una respuesta orgánica del organismo con la cual comenzamos a familiarizarnos desde pequeños y cada quien con el tiempo debe aprender a lidiar con sus consecuencias y evitar en la medida de lo posible que se convierta en un enemigo omnipresente en nuestro día a día.
¿Por qué somos víctimas del estrés?
Hoy en día nos presionamos demasiado por querer cumplir con todos nuestros deberes bien sea en casa, en el trabajo, con la familia, con la sociedad y debo añadir que también el mal uso de las redes sociales ha contribuido a robarnos tiempo valioso para nuestra tranquilidad y estabilidad.
Aparentemente existe una búsqueda irrefrenable de perfección, de demostrar muchas veces falsas identidades solo por encajar en un sistema social superficial, esto crea expectativas que si no se satisfacen, desencadenan estados de ánimo de frustración, envidia, rabia, que por supuesto serán estresores potenciales para nuestro organismo.
Factores responsables de estrés
La situación económica: si es cierto que el dinero no es todo en la vida, también es cierto que ayuda a que tengamos una estabilidad que nos permita cubrir nuestras necesidades. El problema surge cuando queremos abarcar más de lo que tenemos y eso se convierte en un factor de estrés.
Exceso de deberes: al llenar nuestra agenda de obligaciones, nos volvemos victimas del tiempo e inevitablemente comenzamos a sentirnos presionados por querer cumplir con todo.
Relación de pareja: cuando se viven relaciones insanas o toxicas donde existen discusiones frecuentes sin llegar a ningún acuerdo, nos desestabilizamos, estresamos y comenzamos a asumir conductas poco saludables.
Falta de tiempo de recreación: no se puede invertir el tiempo solo en deberes y obligaciones, es fundamental reservar un espacio para el entretenimiento, descanso y compartir.
El perfeccionismo: la constante búsqueda de la perfección, es algo que nos presiona y altera e inclusive nos puede quitar el sueño porque queremos abarcar más de lo que podemos.
La tecnología: exponernos por largas horas frente a un ordenador o un dispositivo electrónico genera (tecnoestrés), una nueva palabra empleada actualmente para definir que existe una sintomatología tras el uso prolongado de estos aparatos, así como el manejo de información proporcionada por los mismos.
Formas en la que se manifiesta el estrés
Antes de tomar en cuenta los síntomas que pueden presentarse, es oportuno explicar lo que sucede a nivel bioquímico en nuestro organismo.
El sistema nervioso simpático prepara al cuerpo para las respuestas rápidas de huida o defensa en situaciones de estrés y este proceso se ve acompañado por una descarga de hormonas entre las cuales el cortisol y la adrenalina.
El estrés puede manifestarse a través de distintos síntomas, no solo a nivel físico sino también a nivel emocional y puede incidir en nuestro comportamiento.
A nivel físico: dolor de cabeza, dolor en el pecho, fatiga, tensión muscular, insomnio, problemas gastrointestinales.
A nivel comportamental: sedentarismo, aislamiento, problemas de conducta alimentaria, consumo de alcohol o drogas.
Considerando la época que vivimos, el ritmo de vida que llevamos y el hecho de que pocas veces se sabe cómo canalizar este estado de tensión, el estrés se ha vuelto una epidemia incontrolable que ocasiona graves daños a nuestra salud.
Lo que podemos hacer para modular el estrés
- Reconocer el problema y la situación que lo desencadena
- Alejarse de los potenciales estresores
- Utilizar técnicas de relajación: respiraciones profundas, meditación, yoga, taichí
- Realizar actividad física regular
- Activar la creatividad: dibujar, pintar, cantar, bailar
- Escuchar música o leer un libro
- Soltar los dispositivos electrónicos
- Disfrutar de la naturaleza
- Compartir con personas queridas
- Terapias con Flores de Bach
- Acupuntura
Todos somos propensos a vivir situaciones de estrés, pero el secreto está en saber convivir con el, no ser víctimas que simplemente se dejan despojar de su estabilidad. Es importante ejercer autocontrol y pensar que está en juego nuestra salud. Si somos conscientes de lo que sucede a nuestro alrededor, sabremos que para todo hay una solución. No convirtamos el estrés en un habito insano.
Fuente: Revista Digital Alimentación Cuántica
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